Del principio de Murphy a los principios y leyes de la informática
Voy a compartir hoy con vosotros unos aforismos —que he llamado “principios”— con el solo objetivo de hacer aflorar una sonrisa a la mayoría… y pensar a unos pocos. Los he ido recogiendo a lo largo de una década pero, sorprendentemente, no están obsoletos. Será, una vez más, que la técnica y la tecnología evolucionan, pero el sentido común es lo que es.
Con este post, mi homenaje particular al trabajo de los buenos programadores, que hacen que nuestros contenidos luzcan tanto. A los que son un poco frikies, pero que son apasionados y aman lo que hacen, y a los que escuchan a los creadores de contenidos y al usuario, a ambos, para lograr la magia. Pero, sobretodo, a esos genios informáticos conocidos y desconocidos (aunque ahora todos deben trabajar en Google) que corren por ahí y que han hecho nuestra interacción con las máquinas más y más fácil cada vez.
He intentado en todos los casos citar a la persona que los formuló de origen pero, dado que este post no proviene de una investigación formal sino de una recopilación personal e informal, eso no ha sido posible en todos los casos. Si conocéis esta información missing, hacédmela llegar y la introduciré sin dilación.
- Principio de la “findability” de Morville: “Si no se encuentra, no se puede usar.” Findability es un anglicismo que se refiere a la cualidad de un objeto de ser localizable. Según Morville, la arquitectura del contenido y la información no se puede analizar solo desde el punto de vista de la usabilidad, sino también de la findability, porque si no se encuentra no se puede usar. Uno de los principios básicos del Content Manager.
- Principio de la información importante: “Si todo es importante, nada es importante.” Aplicable tanto al contexto de “infoxicación” en que vivimos como a la redacción de contenidos. La razón es obvia: si no se entiende muy bien el tema del que se escribe, no se puede resaltar o extraer lo más importante. En los textos de alto valor, y muy especialmente en los técnicos, entender lo que se escribe es básico para poder comunicarlo bien al usuario menos experto (experto viene de experiencia, no de “conozco el tema” o “he leído mucho sobre esto”, o “he hecho un curso”).
- Principio de Putt: “La tecnología está dominada por dos tipos de personas: los que entienden pero no mandan, y los que mandan pero no entienden”. Veo en mi entorno laboral estos perfiles a menudo: aquellos que conocen la tecnología, pero a quienes no les toca gestionarla (léase, proveedor/programador de servicios informáticos), y aquellos que la gestionan, pero que no la entienden (léase, cliente —aunque no todos, vale decirlo—).
Tenemos que confiar en que llegue un momento en que estos dos extremos tiendan a converger, tal vez en el mundo 3.0 o 4.0. Pero, mientras tanto, deberemos buscar un buen intermediario entre ambos “mundos”, que entienda lo que dicen las dos partes y pueda buscar un compromiso. Se llama y se ha llamado siempre diálogo, y es enriquecedor, para quien no esté habituado a practicarlo. Además, el buen comercial del siglo XXI es el que le da al cliente lo que le pide, no el que le vende lo que no quiere.
- Principios de Gilb sobre la ausencia de fiabilidad de los ordenadores (unreliability): Tom Gilb, un experto americano en Gestión evolutiva de Proyectos, ya propuso sus dos principios en marzo de 1975 en un artículo en Datamation, “Laws of Unreliability”:
i. “No se puede confiar en los ordenadores, pero aún menos se puede confiar en los seres humanos”.
ii. “En el origen de cualquier error que sea atribuido al ordenador, se encuentran siempre dos errores de tipo humano, incluido el error de echarle la culpa al ordenador”.
- Principios de Gates: Se atribuyen a Bill Gates, fundador y CEO hasta 2008 de Microsoft, estas dos reglas sobre cualquier tecnología usada en cualquier organización:
i. Primera regla: “La automatización aplicada a una operación eficiente multiplicará la eficiencia.”
ii. Segunda regla: “La automatización aplicada a una operación ineficiente multiplicará la ineficiencia.”
- Ley suprema de la tecnología Informática: “Un programa informático siempre hará lo que le digas que haga, pero pocas veces hará lo que quieres que haga.” Por mucho que nos empeñemos. Volvemos otra vez a lo mismo: es básico que quien recoja lo que quiere el usuario/cliente sepa entenderlo para transmitirlo bien al que lo va a hacer (muy relacionada con el mencionado principio de Gilb).
- Ley de Wagensberg sobre la validez de las nuevas tecnologías: “El mal uso de una nueva tecnología no es un argumento contra su buen uso.” Esta ley es el aforismo nº 575 de Jorge, uno de esos genios visionarios que nos regaló el siglo XX, que aparece en su libro “A más cómo, menos por qué”.
- Ley de la madurez de la tecnología de Albert Knapp: “La madurez de una tecnología se detecta por cómo se habla de ella.” Cuanto más tecnológico es el discurso que la rodea, menos madura está (muy a cuento ahora que termina la feria MWC). Al alcanzar su mayoría de edad, la información tecnológica se diluye en favor de los productos y servicios que se construyen con ella (se habla de dicha tecnología en términos de usuario, no de desarrollo).
- Principio de Gelernter: “Los ordenadores hacen a la gente estúpida.” David Gelernter era, en el momento en que lo formuló, profesor de Informática en la Universidad de Yale, y su aforismo es una idea común que comparten muchos de los principios mencionados: el hombre, y no la máquina, es el factor limitante. Y la máquina “hace”, pero el hombre tiene que pensar, crear… y decirle a la máquina qué hacer. También se relaciona con el Principio IBM de Pollyanna: “Las máquinas deben funcionar, las personas pensar”.
Como reflexión final, todo ello podría considerarse una evolución de la opinión atribuida a Picasso: “Los ordenadores no sirven para nada. Sólo dan respuestas”. La avaricia rompe el saco. ¿O acaso realmente queremos que la máquina llegue a hacerlo todo por nosotros y vivir en Matrix o en un mundo de Terminators?